- Una persona con LPH sin otras anomalías, no siente dolor y no necesita de algún trato especial, más que el respeto y cuidado a sus emociones.
- La llegada de una persona con LPH a casa puede ser un regalo para la unión familiar, reflexión y el cuidado de las emociones de su propia familia y de quienes les rodean. Aunque en un principio es retador.
- La alimentación suele ser más complicada al inicio:
- Lactancia directa: es posible, requiere mucha creatividad, paciencia y prueba y error de la mamá para lograrlo. Juntos mamá y bebé deben encontrar la mejor posición de agarre profundo. Recomendamos acudir con una asesora de Lactancia.
- Lactancia indirecta: existen biberones especiales para bebés con LPH, en ellos puedes poner tu leche o utilizar fórmula. Para estimular la producción de leche cuando tu bebé este tranquilo, dormido o después de la toma, pégalo al pecho. Recuerda mantener la higiene necesaria en el biberón esterilizándolo.
- Después de dar pecho o biberón a los bebés con LPH es muy importante repetirlos para que liberen el aire que entró a su estómago, en ocasiones lo necesitan a media toma también.
- Para saber si tu bebé está bien alimentado llévalo al pediatra. Debe hacer pipi de tono claro y poco olor varias veces al día (cambiar su pañal mojado mínimo 5 veces).
- Hay varias organizaciones dedicadas a la atención de LPH, busca y contacta a la más cercana a ustedes. Compartir el proceso con otros nos facilita el camino.
- Consideren que el tratamiento requerirá tiempo y un mayor gasto económico.
- La ruta a seguir en el tratamiento depende mucho del diagnóstico de cada persona, del compromiso y seguimiento que de la familia.
